Expirado
Cátedras Antiguas

Responsabilidad e irresponsabilidad social

Director General de Comunicación y Responsabilidad Social de Mapfre

Algunos han iniciado la batalla sobre la responsabilidad social, y otros van a terminar de hacer que las empresas sean responsables en el mundo.   

Cuando se pregunta cuánto cuesta, o cuál es el precio de la Responsabilidad Social, alguien podría decir que el precio de la inversión no se sabe, pero en este momento de la vida del mundo sí sabemos cuál ha sido el precio de la irresponsabilidad social. El costo de la ayuda pública y privada a bancos e instituciones financieras de todo el mundo, fundamentalmente norteamericana y algunas europeas, afortunadamente no españolas, supera el costo de la segunda guerra mundial incluido el Plan Marshall. Si queremos meter la cabeza bajo el ala, como el avestruz, que no debemos hacerlo, o si no queremos saber el costo, lo que está claro es que en esta crisis perenne, rebelde también, hemos pasado por una privatización de los beneficios de la externalización de las pérdidas, con lo que no siempre han pagado los irresponsables, y probablemente no solo no han pagado los responsables, sino que al final la culpa se diluye y es un poco de todos; es decir, la culpa no es de nadie.
Entonces parece que no ha pasado nada, y ha pasado. Tanto ha pasado que estamos inmersos en una de las crisis más importantes, que no ha habido nunca en la historia de la humanidad, seguramente la crisis financiera más importante que ha habido en el mundo.
Nosotros estamos en la responsabilidad social porque creemos en la misma, por nuestro origen mutualista y porque desde hace mucho tiempo teníamos unos principios de actuación que coincidían con aquello que hoy se llama responsabilidad social.
Somos fundamentalmente una empresa ciudadana, o sea, una empresa considerada como una institución de servicio público, en la que lo importante es cumplir con el deber de cada uno, es tener un comportamiento ético y un compromiso solidario y sobre todo un fuerte compromiso social en estos tiempos. Porque a las empresas la sociedad les está pidiendo que no solo obtengan beneficios, y sean capaces de generar empleo, y sean innovadoras y competitivas, sino que además desarrollen todo eso en un escenario que debe hacerse mucho más humano y habitable, donde el compromiso social es tan importante.
Las empresas tenemos que ser capaces de hacer aquello que sabemos hacer; esa es nuestra principal responsabilidad. Muchas de las cosas que han ocurrido en esta crisis se hacen como consecuencia de que grandes instituciones financieras, desde los bancos hasta las aseguradoras, hacían cosas que no debían hacer porque no tenían nada que ver con su trabajo habitual.
Desde esa perspectiva creamos un modelo que llamamos "modelo integral",  considerando que no hay un modelo universal. No hay un modelo universal de nada, ni de recursos humanos, ni de comunicación, ni de responsabilidad social. Buscamos un modelo basado en un equilibrio, en nuestra cultura, nuestros principios, nuestros valores, estableciendo un mapa de nuestros grupos de interés. Así ideamos este modelo integral de responsabilidad social.
Es importante establecer el mapa de nuestros grupos de interés porque al fin y al cabo cuando hablamos de responsabilidad social hablamos de cumplimiento del deber, de comportamiento ético y de compromiso social. Eso supone tratar a la gente que tiene interés en esa empresa, a todos y cada uno de los stakeholders, de la forma en la que equitativamente merecen ser tratados. En función de eso hicimos un modelo en el que a partir de la propia empresa, en un primer círculo aparecen aquellos que tienen una relación más directa y más inmediata con la propia empresa, y que están una u otra forma vinculados a la empresa por un contrato, desde los empleados, los proveedores, pasando por los socios y los clientes. En un segundo círculo está todo el conjunto de stakeholders, que no tienen una relación tan directa como los anteriores, sino una relación relativamente indirecta, pero a los que también afectan de una u otra forma las decisiones que toma la empresa.
Este modelo sirve para cualquier tipo de empresa, sea grande, pequeña o mediana, y obedece a un criterio en el que en responsabilidad social lo que no tenemos que hacer es copiar. Tenemos que ser capaces de meternos en la piel de nuestra propia empresa y, a partir de determinados principios, establecer nuestro propio modelo.
Ese modelo tiene que ver con una tríada que incluye Buen Gobierno entendido como: 1) cumplimiento estricto de la obligación general, 2) Transparencia; 3) Comportamiento ético en la empresa. Sin todo esto no se pueda hablar de una empresa responsable.
Después hay un círculo que se refiere a la responsabilidad social, y que integran los planes de RSE, la difusión del órgano de gobierno de la empresa, la determinación de los grupos de interés y las memorias. Y por último, la contribución a la sociedad.
En muchos ámbitos se confunde la acción social, que incluimos en este tercer círculo, como la base fundamental de la responsabilidad social. La acción social forma parte de la responsabilidad social, pero no es toda la responsabilidad social. Incluso si una empresa cumple con el buen gobierno, y no quiere gastar dinero en otras cosas que tienen que ver con la acción social, no por eso se puede decir que no sea socialmente responsable. Otra cosa es que la sociedad le exija a la empresa que sea capaz de dar algo de dinero, vía recursos económicos, vía recursos humanos, a gente que lo necesita.
Este modelo tiene como consecuencia que el buen gobierno es obligatorio y es inevitable. Cumplir la ley lo es; si cumplimos la ley lo seremos, si no la cumplimos nos descartamos como responsables.
La responsabilidad social es exigible y uno de los grandes retos que tienen las empresas son las memorias, o sea, ser capaces de encontrar un sistema de reporte unificado que nos permita comparar a unos con otros, lo que hacemos o dejamos de hacer. Desde el momento que una empresa publica una Memoria de Responsabilidad Social, aunque sea un movimiento voluntario, está poniendo de relieve al conjunto de la sociedad un compromiso de hacer aquello que publicó, y le dice a la sociedad en general, y a cada uno de los stakeholders, que se compromete a hacerlo. Por eso es exigible en ese sentido ese concepto de responsabilidad social.
Por otra parte las contribuciones a la sociedad son aconsejables, como lo es que cada día más la empresa adquiera ese compromiso social al que me referí. Nosotros establecimos una política de responsabilidad social sobre la base de diez principios.  Y en base a ello todas y cada una de las empresas del grupo, todas y cada una de las divisiones, todas y cada una de las filiales en los 45 países en los que estamos, hace su propio plan de responsabilidad social, de forma transversal, adecuado a esos principios, que naturalmente incluyen el cumplimento de la ley o el Pacto Global y unas cuantas cosas más que tienen que ver con relaciones laborales, innovación, comunicación, dialogo, etc.
El futuro no está escrito, siempre hay algo mas allá de donde alcanzan los ojos en el horizonte y seguramente los problemas que vamos a tener en el futuro sobre responsabilidad social tienen que ver con la apreciación de que este es un camino sin retorno. En este momento probablemente no se nota, porque está muy instalado el cortoplacismo y la responsabilidad social seguramente no está entre las prioridades empresariales, olvidando que la responsabilidad social es sobre todo profesional.
Sin duda este es el momento de acercarnos al principio de este camino largo y sin retorno en el que se busca que una empresa se convierta en una empresa ciudadana que cumple con su deber, que se comporta éticamente, que tiene un fuerte compromiso social, en donde la educación juega extraordinariamente, y nunca puede convertirse en un privilegio. Es un movimiento que cuadra en aquello que dijo Nietzsche en un momento determinado, acerca de que una generación ha empezado la batalla y otra deberá concluirla. Seguramente algunos han iniciado la batalla sobre la responsabilidad social, y otros van a terminar de hacer que las empresas sean responsables en el mundo.
Es importante que nos demos cuenta de la necesidad de la multilateralidad, es tiempo de una responsabilidad compartida, si podemos juntos ser capaces de encontrar un liderazgo solidario que nos permita actuar conjuntamente para resolver los problemas que el mundo nos plantea en cada momento.
La responsabilidad social es futuro, porque es sostenibilidad, porque es fundamentalmente estrategia, es una respuesta global inteligente a lo que el mundo está planteando en cada momento.
No estamos descubriendo nada nuevo. Hace dos mil años, en el año 44 antes de Cristo Cicerón escribió un libro que se llamaba “De Officiis”, "Sobre los deberes", que dedicó a su hijo Marco poco antes de que lo asesinaran. El decía allí que junto a las práctica de las cuatro virtudes -la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza- el ser humano y la organización humana tenían que ser capaces de cumplirlo en términos de la solidaridad. Algo que ya dijo Aristóteles, que el ser humano cuando vive en comunidad es un ser solidario. Otros conceptos de Cicerón son la honestidad y la participación activa en la vida de la ciudad. Esos tres conceptos se incluyen en lo que creemos de corazón y que conocemos como responsabilidad social.