Expirado
Reflexiones Cátedras

Ciudadanía empresaria, el compromiso de la empresa con la comunidad, la red de alianzas que logran

Calafell Loza, Vicepresidente de Pan American Energy, habló en la cátedra sobre el compromiso de la empresa con la sociedad. En esta página se transcriben sus palabras.

Me referiré a la Responsabilidad Social a través de la ciudadanía empresaria y del sistema de alianzas que se tejen para el ejercicio de esta responsabilidad por parte de las empresas en la actualidad.

Después de una charla que llama a la reflexión ética como la del Rabino Daniel Goldman, es difícil exponer sin involucrarse con su exhortación que apunta a descubrir al Bien y al Mal actuando en nosotros.

Es evidente que en todos los campos de la vida se presenta esa dualidad, a la que él se refería para el individuo, entre la conducta disvaliosa y la conducta valiosa. Esto se reproduce también en las compañías; todos los días hay un conflicto entre la mera rentabilidad y la producción de bienes para la comunidad; entre el cumplimiento de la ley y la maximización de la utilidad; entre la lealtad a los inversionistas y el interés de cada uno de los que conformamos el conjunto de los trabajadores de las empresas; entre la lealtad con nuestros inversionistas y la lealtad con nuestros principios.

La contradicción entre valores y disvalores –o a veces “simplemente” entre valores de distinto grado- es una experiencia permanente y cotidiana que contribuye dinámicamente a recrear todos los días nuestra cultura y a formar la cultura de nuestras compañías. 

La cultura de las empresas

Porque en mi percepción, estas compañías que parecen frías, que están sometidas a reglas y metas particulares de eficiencia, de control, de producción, de generación de ganancias, también tienen una cultura y es la cultura de los hombres que la operan y también la cultura de los hombres que han pasado por ellas. Ella va quedando prendida en los hábitos, en los principios, en los valores, en los procedimientos y se manifiesta en las acciones de las compañías, sean ellas relacionadas sólo con sus operaciones internas o que trasciendan al exterior.

Entiendo la expresión de Luis Bameule cuando dice que esto de la Responsabilidad Social Empresaria también es una moda y efectivamente es así. Es una moda que designa hoy algo que las empresas han vivido siempre de distintas maneras. Hoy se presenta encuadrado en una serie de principios, de formas de actuación, de contenidos, que están determinados por las circunstancias de cada país, de cada pueblo, por las necesidades de cada sociedad y también por las características y requerimientos del proceso global. 

Cumplimiento de la ley y acciones voluntarias

El concepto de responsabilidad social y su naturaleza, parten de la base de distinguir la responsabilidad legal de la compañía, la responsabilidad que tiene cada directivo o funcionario de cumplir con la ley en el ejercicio de la representación que ejerce de ella, de las acciones voluntarias de esos hombres y de esas corporaciones.

Esta última categoría de “acciones voluntarias” está determinada fuertemente por algunos elementos -que me gustaría compartir con ustedes- en este camino de la búsqueda de la naturaleza de la Responsabilidad Social Empresaria. 

La condición del buen vecino

Detrás de las acciones voluntarias de las compañías están los valores prendidos en la cultura de las empresas en ese proceso dinámico que hemos insinuado y entre ellos, la condición de buen vecino que está incorporada en cada uno de nosotros, seamos mejores o peores vecinos. Todos hemos recibido de nuestros padres aquello que ellos querían que fuéramos y a todos nos enseñaron lo que era ser buen vecino, buena gente. Porque todos queremos que nuestros hijos sean mejores que nosotros y esta es una de las mayores fuerzas del progreso de la humanidad. Todos llevamos con nosotros estas enseñanzas a nuestras empresas o a las empresas donde trabajamos. Y nuestros accionistas, nuestros CEOs, gerentes, jefes y la gente que integra mayoritariamente cada una de ellas, comparte los mismos valores fundamentales, que son valores de humanidad, que lucen como valores de cada pueblo al adaptarse a la realidad de cada una de las comunidades y a las circunstancias que les toca vivir. 

Responsabilidades y condiciones específicas

Hay responsabilidades conectadas con circunstancias específicas, como las que derivan del tamaño de nuestras compañías. 

No es lo mismo la responsabilidad que tiene el hombre grande que el hombre pequeño, el Rabino que el hombre del pueblo, el Papa que sus obispos y sus fieles. La visibilidad de cada uno de nosotros genera una responsabilidad específica, diferenciada. Las compañías más grandes, más visibles, tienen responsabilidades derivadas de su tamaño, de su visibilidad y del escándalo o ejemplaridad de sus conductas. 

Los recursos financieros, técnicos y humanos también son determinantes de los niveles de responsabilidad, porque no tiene la misma responsabilidad el que puede nada que el que puede mucho, el que tiene que el que no tiene, el que sabe que el que no sabe. Estos son condicionantes también de la responsabilidad de nuestras compañías frente a la sociedad.

Nuestra capacidad de organización es un condicionante severo de nuestra responsabilidad porque en las comunidades en situaciones de crisis -como le ha tocado vivir a la Argentina - esa capacidad de la organización es vital y hace la diferencia entre una sociedad que puede aprovechar a fondo sus potencialidades y una que desperdicia sus oportunidades. 

Debemos referirnos también a la idea del legado, a la que se refiriera también el Rabino Goldman. Ese legado que recibimos, sea material o espiritual, establece un contacto duradero de gratitud con el instituyente. Esta idea de trascendencia empuja también a los hombres de empresa a asumir responsabilidades frente a la sociedad. Me refiero no sólo a los dueños de compañías sino también a CEOs y gerentes muy eficientes que, además de contribuir a generar el mejor resultado en el ejercicio, quieren dejar su impronta en su compañía y en el lugar donde la compañía desarrolla sus actividades. Aunque eso no genere un beneficio inmediato para el resultado económico de la compañía, sí constituye un aporte fenomenal a la cultura de sus compañías y la forma en que ella se traslada en cascada a los hogares de cada uno de los hombres y mujeres que trabajan en ellas.

La responsabilidad social y su naturaleza están entroncadas en la idea del largo plazo. Es muy difícil que las compañías que trabajan para el lucro inmediato piensen en lo que ocurre a su alrededor. Las compañías que tienen una historia pero sobre todo las que trabajan para el futuro, que tienen un proyecto extenso de vida, de negocios y de servicio, piensan en otros términos, piensan en cómo van a ser recibidas, cómo va a ser el precedente que una comunidad tenga cuando se les diga que esa compañía se va instalar en su pueblo. 

Es como el hombre que trabaja y planifica para sus hijos y para los hijos de sus hijos y al hacerlo hace lo posible para que ellos tengan una mejor sociedad para vivir y para crecer. Detrás de este concepto de largo plazo está la contribución a una sociedad más capacitada para competir, que es la esencia del desafío que las compañías tienen hoy frente a las sociedades donde trabajan. Si hay un déficit que tienen nuestros pueblos, es la falta de preparación para competir en un mundo que crece, que se hace más sofisticado, que se comunica, que maneja criterios de competencia y competitividad que no hemos asumido. 

RSE Y ONGs

El otro aspecto de la reflexión de hoy es la relación entre la responsabilidad social de las compañías y de las ONGs. 

Esta reflexión deriva mucho más de la práctica que hemos ido cimentando en Pan American Energy como una filosofía de trabajo. 

Las ONGs constituyen un capítulo institucional que se ha vuelto esencial en la vida de nuestras comunidades. Creo que ha sido una aparición tardía. Recuerdo que cuando en la Facultad de Derecho estudiábamos Derecho Político o Historia de las Instituciones, una referencia inexcusable para analizar el modelo norteamericano era Alexis de Tocqueville. En la primera mitad del siglo XIX visitó Estados Unidos y se sorprendió con la espectacular multiplicidad de organizaciones sociales que encontraba, que no comparaban con las prácticas europeas. Él percibía y exaltaba en una forma muy particular, la vocación, la disposición, la capacidad que tenían los americanos del norte para generar organizaciones para hacer frente o manejar cada problema con que la vida los enfrentaba. Para todo lo que les ocurría a los americanos había una asociación que nacía, que se multiplicaba, que vivía. Estas asociaciones iban llenando la vida social de acciones donde el Estado no llegaba. Muchos se han preguntado si no era esa la gran diferencia entre la performance de Estados Unidos y la de nuestros países. 

Hasta hace muy poco las asociaciones de la Argentina eran instituciones a las que les resultaba muy difícil mantener una historia de convocatoria exitosa y de acción continuada o que languidecían. Por ello debemos darle la bienvenida a esta primavera de las ONGs en la Argentina. No es que hayan nacido ayer pero todos los días es bueno darles la bienvenida, cuidarlas, ayudarlas en su desarrollo y trabajar con ellas en aquellas cosas en que ellas nos puedan ayudar. 

Identificación de las necesidades sociales

En la práctica de nuestra compañía –que en Pan American Energy concebimos como un elemento más de nuestra operación responsable- no cedemos ni delegamos la identificación de los problemas y necesidades sociales, porque si cediéramos esa responsabilidad a una consultora o a una ONG, habríamos cedido nuestro contacto con la realidad y habríamos empezado a vivir en una burbuja. El contacto con nuestra realidad es la búsqueda permanente de las oportunidades que la sociedad nos brinda para cooperar con ella y para ayudar a solucionar algunos de sus problemas. La sociedad no siempre está dispuesta a que nosotros intervengamos y veamos cuáles son sus problemas y no siempre ve sus problemas de las misma forma que los ven los hombres en una compañía. Nuestros pasos deben ser firmes pero cuidadosos y reflexivos para vincularnos activamente en nuestra sociedad y desarrollar una acción que sea consentida por ella. 

Las ONGs y su valor instrumental

Las ONGs son un instrumento de conexión entre los problemas de la sociedad y la vocación de la empresa por involucrarse en su solución. 

En esto las ONGs son imbatibles cuando funcionan bien, cuando tienen un espíritu sano y libre de prejuicios. Las ONG deben tener vocación de servicio, no ánimo de lucro. Para eso estamos las empresas y por eso no tenemos el mismo rol de las ONGs cuando se trata de trabajar con la comunidad. 

Las ONGs también tienen que trabajar como organización porque si no están condenadas al fracaso o a la limitación de sus posibilidades de acción. 

Tienen que especializarse, porque hace a la comprensión de la problemática que tienen que enfrentar, de las técnicas y herramientas con las que tienen que hacer, y a la confianza que va a depositar una empresa cuando se establece una alianza para trabajar juntos en un problema concreto. 

Tienen que tener capacidad de gestión, porque sin gestión no hay organización en el mundo moderno. 

Y tiene que preservar su transparencia, porque cuando la comunidad percibe que los objetivos son otros que los que ella espera, las rechaza.

Empresas y ONGs – alianzas de largo plazo

En la alianza de una ONG y una compañía se desarrolla una relación distinta de aquélla que la empresa establece con sus contratistas. No vamos a construir una casa, a arreglar un frente, a poner un caño, sino a trabajar con lo más débil de la comunidad, que es aquel sector que tiene problemas. La alianza de la empresa con la ONG tiene que ser genuina y basarse en esos principios a los que nos referimos antes. 

Al igual que el de las empresas, el compromiso de las ONGs tiene que sostenerse en el tiempo, porque pocos problemas se solucionan rápidamente.

Los cambios culturales son los que más tiempo demandan y los principales problemas que tenemos que afrontar son culturales. Cuando enfrentamos problemas alimentarios, de salud, de educación primaria, secundaria, universitaria, estamos trabajando con estructuras culturales; cuando colaboramos con organismos de gobierno, estamos trabajando también con problemas culturales. De manera que esas alianzas tienen que significar coincidencias de objetivos, de valores y también coincidencia de que se va a trabajar en el tiempo y con los tiempos que demandan los problemas que enfocamos, los problemas de la comunidad. 

Empresas y ONGs: creciendo juntos

Con las ONGs crecemos juntos, porque este es un trabajo que si bien no es nuevo para las corporaciones, ciertamente es nuevo en sus contenidos en una Argentina que trata de salir adelante. No todos los sectores de las empresas conocen la temática actual de la Responsabilidad Social y su desarrollo. 

Esta es una tarea de comunicación muy importante y que muchas veces no cumplimos al mismo tiempo que enfocamos los problemas de la comunidad. Es como que la comunicación es dejada al costado ante la profundidad de los problemas sociales que nos confrontan. 

Pero hay que comunicar intensa y reflexivamente. Hay que trabajar los mensajes y adaptarlos a nuestros públicos, pero no dejar que se genere un vacío entre aquéllos que gestionan las áreas de relaciones de la comunidad y el resto de la organización. 

Lo mismo ocurre con las ONGs. Las alianzas suponen también un esfuerzo de diálogo y comunicación recíprocos, y crecer juntos supone para nuestras empresas un desarrollo cultural que nos mantenga en fase hacia adentro con nuestras organizaciones y hacia fuera con las instituciones con las que trabajamos.

Reflexiones finales

La publicidad basada en los programas de RSE debería evitarse -al menos en una empresa que no tiene productos de consumo masivo- si se busca alcanzar una relación de confianza duradera. Esto no quiere decir que la empresa no deba comunicar estas acciones pero el uso de las mismas con objetivos distintos de aquéllos que apuntan a satisfacer necesidades de la comunidad con espíritu solidario, desnaturaliza siempre estas acciones en mayor o menor medida. 

Los objetivos de reputación deberían ser considerados sólo un objetivo indirecto de la responsabilidad social. La reputación no va a venir por la publicidad sino por lo que la gente sienta que la compañía hace y el espíritu con que lo hace.

El objetivo intermedio más cercano que percibimos es el mejoramiento de la propia cultura de la empresa. Para la gente de la empresa que tiene sus propios valores, no es lo mismo sentir que la compañía también los tiene que sentirse parte de una empresa sin sensibilidad. Tenemos un subproducto importantísimo de la acción de responsabilidad social: su impacto sobre la cultura de nuestra gente, sobre la cultura de nuestras compañías. 

Por último, el objetivo final de estas acciones debe ser siempre la comunidad. Si lo perdemos de vista, la comunidad va a percibir nuestros desvíos en algún momento y seguramente nunca tendremos cabal conocimiento de cuáles fueron las consecuencias.