Expirado

Indigenismo y choque de culturas
 
Rosendo Fraga, Director del Centro de Estudios Nueva Mayoría, advirtió que empiezan ya los problemas, que se está produciendo el choque del movimiento indigenista con la religión católica, y hay un sentimiento antieuropeo mucho más marcado que antes. Esta es su ponencia: 


Un tema de la historia que me ha interesado mucho es el de la esclavitud, la convivencia de todas las religiones y de todos los sistemas políticos prácticamente con la esclavitud hasta comienzos del siglo 19. Si hoy hay algo que nos parece atroz es la esclavitud, que alguien sea dueño del cuerpo de otra persona, que alguien pueda disponer al antojo del cuerpo de esa persona. Hoy para nuestros valores nos parece una de las cosas más aberrantes y más atroces. Sin embargo miramos la historia y la esclavitud fue lo normal para gente muy inteligente, para gente muy liberal, para gente, incluso, de gran cultura.

Hay un trabajo muy interesante de una investigadora inglesa, que profundiza la convivencia entre el cristianismo y esclavitud los cinco primeros siglos del cristianismo, cómo se va incorporando, cómo se va procesando. La esclavitud tiene referencias en el Viejo Testamento. No tiene prácticamente referencias en el Nuevo Testamento, pero en ningún pasaje ni en ninguno de los 4 Evangelios y de las epístolas hay un solo cuestionamiento, una sola crítica a la esclavitud, que era la base del sistema económico de Oriente y Occidente.

Me pongo en el punto de vista de hoy y la esclavitud la condeno pero ni las religiones las condenaron, ni la Revolución Francesa, ni la Revolución Americana. ¿Puedo condenar a cualquier persona que haya vivido antes del comienzo del siglo 19 por haber sido dueño de esclavos, por haber convivido con la esclavitud? Esto demuestra que si no ubicamos en su tiempo y espacio los procesos y la cultura, corremos el riesgo de no entender.
En enero, en Pekín, me decía un cientista político chino: nosotros los chinos tenemos que reconocer que en los últimos doscientos años la democracia ha sido un sistema de gobierno que le dio algún resultado a algunos pueblos de Occidente. Mire cinco mil años, están casi por el año cuatro mil ochocientos, mire cuál es el sistema político que ha dominado, mire el mundo, y usted se va a dar cuenta que la democracia es un momento muy preciso de la historia en una región muy precisa. Esta visión que da la historia creo que es absolutamente fundamental.

Hay una frase de Borges que me hizo pensar mucho, que está en unas conferencias que dijo en la Asociación Freudiana. Dijo: “el cristianismo es una mezcla, combinación de una filosofía occidental y una religión oriental”. La occidental, la griega -ya sea la vertiente aristotélica con Santo Tomás, la vertiente platónica con San Agustín o San Pablo-, con una religión oriental.

El cristianismo es algo absolutamente central de la identidad de Occidente. Pero si uno se ubica en un tiempo y espacio, lo que hoy es Occidente era absolutamente politeísta. Es en Oriente donde comienza el monoteísmo. Muchas de las cosas como las vemos hoy, hay que hacer muchas veces el esfuerzo y mirarlas de otra manera.
Muchas veces estamos mirando lo que pasa en Oriente, el conflicto con el Islam, y quizás no percibimos los fenómenos que están pasando muy cerca nuestro y que tienen mucho que ver con este fenómeno del diálogo de culturas, conflicto y encuentro de culturas, civilizaciones, etc.

Cuando en 1992 se conmemoró el 500º aniversario del descubrimiento de América, el gobierno de Felipe González, tras una serie de estudios, acuñó este término: encuentro de culturas; dos culturas se encontraron. Y de este encuentro de dos culturas yo puedo tener dos visiones, dos significados absolutamente antagónicos. Puedo decir, con una visión positiva, que América Latina ha sido el mayor proceso de mestizaje de la historia. Y puedo decir con otra visión que fue el mayor proceso de violación de la historia.

Hoy el indigenismo en América Latina empieza a ser lo que lo era en el siglo 18, empieza a ser una motivación, un valor, un centro de cuestionamientos. Están surgiendo, reapareciendo, conflictos y cuestiones que en realidad habíamos pensado que estaban absolutamente superados, olvidadas, o que no existían en nuestra región. Quizás a los que vivimos en Buenos Aires nos parece que es un problema no presente, porque esta ciudad es de alguna manera una isla en América Latina. Si la miro desde lo que implica su etnia es una ciudad que a comienzos del siglo 20 un 60 % de su población había nacido en Europa, con lo cual vivimos una situación muy particular. Pero en Bolivia más del 50% de la población es indígena pura, y mestiza más de un 40 %; la población puramente europea es de menos de 10%. En Perú, Ecuador y Guatemala la situación es similar, y en Venezuela y Colombia un poco menos.

En América Latina, de unos 470 millones de habitantes, la población europea pura no pasa del 15 o 18%, y está muy absorbida por una cultura predominantemente occidental en su matriz religiosa, el catolicismo, y en su matriz cultural, a través de un sistema educativo y una lengua que es tan importante en el diálogo y la comunicación.
Pero esto está empezando a cambiar, y puede pasar a ser un conflicto. Hay que anticiparse para que el diálogo sirva para impedir el conflicto.

En Bolivia, por ejemplo, en las poblaciones indígenas se establece el derecho del código penal aymará, que es totalmente diferente al Occidental. Se reúne el pueblo y en asamblea vota la pena del delincuente; puede imponer penas físicas. Esto puede parecer una aberración, pero si observo los procedimientos penales occidentales del siglo 11 al 16 me encuentro con que la pena física era el derecho penal. Cuando la Inquisición en su procedimiento incorpora la tortura, la toma de la legislación común. Tuvimos un caso muy interesante y dramático en la provincia de Salta con un indígena wichi que convive con una mujer y viola a la hija de la mujer de nueve años, que vive en la casa. La mujer lo denuncia en la Justicia y va preso. La Justicia le impone una pena de algo así como cinco años por violación. La Corte de Salta devuelve al Juez de primera instancia la causa, porque considera que no ha valorado adecuadamente que en las creencias wichis fecundar una menor es un acto de adoración a la divinidad. Pero la otra parte no tiene la misma creencia. Se puede decir que es un caso aislado, pero empieza a anticipar los problemas que pueden comenzar a venir. Porque en el mundo de hoy las etnias viven mezcladas y es comprensible, pero quizá la población aymará puede querer volver a su derecho, que a lo mejor tiene una matriz cultural del siglo 13 ó 15.

Bolivia es un laboratorio muy importante de fenómenos que pueden trasladarse a otros planos de América Latina. A dos presidentes, el boliviano y el ecuatoriano, les han impuesto los símbolos del poder la autoridad religiosa indígena, así como muchas veces vimos que el rey los recibía del Papa.

En América Latina tenemos hoy algo así como 37% de la población bajo el nivel de pobreza, pero vive bajo el nivel de pobreza más del 90 por ciento de los indígenas. Estas realidades étnicas se asientan en realidades sociales. En América Latina pobreza y población indígena es prácticamente un sinónimo.

Fue muy interesante una conversación que tuve con la máxima autoridad religiosa aymará en Bolivia, que es el que le dio los atributos del poder a Evo Morales. Me contó el proceso de conversión religiosa de Evo Morales, porque él era un indigenista social pero no religioso; no participaba del culto aymará. Es como pasa con muchas de las personas de las religiones monoteístas: son socialmente de esa religión pero no profesan el culto. Cuatro meses antes de ser electo presidente Morales se acerca al consejo de ancianos aymará a pedir ayuda para llegar a la presidencia, para transformar el país, y ahí empieza a convertirse a un indigenismo religioso. Por eso hemos visto a Morales con su propio cuchillo abriendo una llama y ofreciéndola en homenaje a la divinidad aymará, asumiendo los ritos.

En la región empiezan ya los problemas, se está produciendo el choque del movimiento indigenista con la religión católica, y hay un sentimiento antieuropeo mucho más marcado que antes. En América Latina tuvimos una capacidad mucho mayor que en otras regiones del mundo para terminar generando una síntesis. Por eso urge que discutamos este tema, que discutamos políticas y acciones

Expirado

“Los 10 mandamientos no son universales”
 
Para el Rabino Daniel Goldman, de la Comunidad Bet - El, deberíamos revisar si existe diálogo entre Oriente y Occidente…porque el diálogo entre países, organizaciones, culturas no es otra cosa que diálogos entre hombres. Esta es su ponencia: 


Martin Buber cuenta una anécdota de la época en la que era consejero universitario, sobre un joven estudiante que fue a hablarle y contarle su drama personal. Ocupado en otras cosas, el Dr. Buber no le concedió importancia a plática con el Joven. Al otro día lee en el diario universitario que este alumno se había suicidado. Eso produjo en él un cimbronazo tal que lo llevo a seguir elaborando su teoría de lo que se llamó la filosofía dialógica, filosofía en diálogo.

La filosofía dialógica parte de la idea que existen dos términos relacionales, el “yo – tú” y el “yo – ello”. Cuando hablamos del “yo” nunca estamos hablando del “yo” en su dimensión individual, porque no existe la dimensión individual del yo. Siempre cuando hacemos referencia al “yo” se hace función del “tu” o de “ello”. Entonces él parte de la idea de que el “yo” de “yo –tú” es diferente al “yo” de “yo – ello”.
Cuando hablamos de “yo – ello”, hablamos del vínculo que la persona establece con un tercero o con un objeto tratando a la persona como si fuese un objeto. En cambio, el vinculo “yo – tú” está establecido en función de que puedo tratar a las personas o a los objetos como si fuesen personas. Esto quiere decir que el vínculo con terceros a veces se puede establecer de manera más fluida y el vínculo con los íntimos se puede constituir de una manera mucho más alejada.
Termina diciendo Martín Buber que diálogo es la profundidad de compartir la vivencia que deriva en con-vivencia.
Cuando hablamos de diálogo en cualquier sentido estamos hablando de la posibilidad de establecer un vínculo “yo - tú”. Por lo tantosolo existe diálogo entre los hombres, entre los seres humanos. No existe diálogo entre organizaciones, entre instituciones, entre países, ni entre continentes.

Bajo este esquema conceptual,

1. Deberíamos revisar si existe diálogo entre Oriente y Occidente. Lo que parece una verdad de Perogrullo no lo es, porque el diálogo entre países, organizaciones, culturas no es otra cosa que diálogos entre hombres. Si no existe una actitud dialógica entre los hombres, será imposible que exista diálogo entre organizaciones. Si fuera diálogo institucional, la paz mundial estaría resuelta por Naciones Unidas. El problema es la falta de diálogo que existe entre los hombres.

2. Esto tiene que ver con un segundo punto: no hay diálogo si no hay lenguaje común. Lo cual significa lenguaje de valores. Es todo un problema lingüístico en términos de Noam Chomsky. Cuando decimos lengua, decimos lenguaje de valores. Y en este punto, habría que volver al viejo manual “Introducción a la lógica” de Irving Copi que insiste que para que uno pueda entender el lenguaje del otro, “aténgase al uso común”. Me parece que volver al uso común del lenguaje de palabras en función del lenguaje de valores es una ayuda muy grande para comprender Oriente y Occidente, para comprender uno y el otro, para comprender el sentido dialógico del “yo – tú”.

3. Hay valores que son homologables, hay valores que son incomparables, y hay valores que son incompatibles. Si no comprendemos esta gama de la función del lenguaje y el valor, no estamos comprendiendo exactamente lo que significa el concepto de valor.

Diálogo significa trabajar sobre el uso común. ¿Estamos hablando de lo mismo cuando hablamos de lo mismo?
Siempre me acuerdo que mi padre sufría de acidez y una vez le pregunté: ¿qué es la acidez? El me dijo: “es algo que te viene de acá adentro”. Yo hasta ahora no estoy seguro de que cuando tengo acidez tengo la misma acidez que mi padre. Traducir la compatibilidad de sensaciones en palabras es uno de los elementos que puede ayudar para comprender el sentido del valor.

Doy otro ejemplo, que tiene que ver con este punto pero va a derivar en un tercero: había un escritor satírico israelí llamado Efraim Kishon, que había inventado un personaje proveniente del Yemen, que arribaba a Israel. Israel es un mundo de culturas diversas y esta cuestión de tratar de juntar y homologar culturas resulta una tarea bastante difícil. Cuenta que se produce un encuentro entre el personaje yemenita y un miembro de un kibutz, de una aldea colectiva. Este último provenía de Alemania con todo su desarrollo de los valores socialistas y de la “cultura” superior (lo de cultura superior lo digo con ironía). Por otro lado a los yemenitas cuando los trasladaban Israel, en los primeros tiempos los llevaban a vivir en condiciones muy precarias, casas bastante miserables. Entonces el alemán dice: “estamos viviendo en el siglo XX”, y el yemenita responde: “no, estamos viviendo en la villa miseria”; entonces el alemán le contesta: “el siglo XX no es un lugar para vivir”, y el yemenita le responde: “y la villa miseria tampoco”. Más allá de la ironía, en el diálogo hay que comprender las categorías de espacio y de tiempo como categorías diferenciadas. Para todos no es lo mismo el concepto de espacio y el concepto de tiempo. El tiempo puede no ser lo mismo cuando hablamos de “sacralidad del tiempo” y de “profanidad del tiempo”.
Hay tiempos sagrados y tiempos profanos, y hay lugares sagrados y lugares profanos. Respetar el diálogo significa comprender los tiempos y los espacios del otro, dentro de los tiempos y los espacios de uno mismo.

4. Otro ejemplo: Hace poco tiempo atrás, visité Marruecos. Y nos acompañó en el trayecto un guía de tradición musulmana; un hombre sumamente simpático. En un momento del paseo hubo una especie de altercado con una señora cordobesa que estaba en el grupo. Ella en broma le dijo: “usted es un mentiroso”. Y el guía le respondió: “a lo sumo puede decir usted que no coincide conmigo pero mi tradición me prohíbe mentir”. Lo que para uno era un chiste para el otro podía llegar a ser una ofensa. Aquí quiero insistir en la función del lenguaje, en la del tema de la verdad y la mentira. ¿Como afrontar las diferencias? Hay que entender desde las lógicas que existen muchas aristas de la verdad que nadie puede ver en su plenitud, siendo las verdades oportunidades en las que el otro puede resultar un compañero de la búsqueda. Sloan Coffin, un importante teólogo protestante solía decir: “creo en los buscadores de la verdad y no en los dueños de la verdad”.
En la medida que consideremos “verdades” en las que nos anclamos, no vamos a ser capaces de comprender que existen otras verdades que no entendemos. En esto es muy importante la ayuda de la ciencia frente a espacios religiosos o frente al espacio de las creencias.

5. El diálogo indispensable es el diálogo “dialógico”, que es el opuesto al “platónico”, que tiene como búsqueda convencer al otro. Mientras el “diálogo platónico” viene “con- vencimiento” (de convencer), el “diálogo dialógico” es el que viene “sin- vencimiento”, o sea sin la intención de vencer al otro, es decir sin salir diferente a como ingresaste. Si no estás dispuesto a tener la experiencia del diálogo, no entendés exactamente de qué se trata el diálogo. El diálogo con-vencimiento es aquél donde crees tener la verdad y la razón, y lo único que intentas en imponerlas. El diálogo sin vencimiento es aquel en el que sin reduccionismos económicos, políticos, culturales, religiosos, se necesita de escucha, de amor, de comprensión y de transformación.

6. Hay que romper con los ámbitos dualísticos y comprender la cuestión de los ámbitos dualísticos significa entender distinciones, pero no partir de la base que existe razón y espíritu, espíritu y materia, política y religión, religión y Estado, privado y público. Romper con los dualismos significa partir de una premisa similar, caminando, yendo, acompañando, en la misma dimensión.

7. Comprender el sentido del progreso de una manera más existencial. Progreso no es calidad de vida y superación de lo cuantitativo; progreso es calidad de respetabilidad en el desarrollo del pluralismo y entender que sociedades plurales son las que dialogan personas plurales, en la individualidad y en la subjetividad; son personas que están dispuestas a dialogar.

8. Tener conciencia de que los 10 mandamientos no son universales; que pertenecen a un universo determinado, pero no a todo lo diverso que existe en el universo.

9. Cuando hablamos de “choque de civilizaciones” y de “superar los fundamentalismos”, significa superar los fundamentalismos propios, cuestionar nuestros propios fundamentos como ejercicio de pensamiento, en virtud de comprender los fundamentos del otro. Y en este sentido yo descarto del lenguaje social la palabra ”tolerancia”. Porque la tolerancia siempre se ejerce desde el poder; y significa que aguanto porque tengo la superioridad de poder aguantar. Pero en realidad “tolerancia”, o “políticas de tolerancia”, no son otra cosa que demostrar la garantía que yo tengo de justificar mi propio fundamentalismo.

10. Ayudar a superar los traumas de la historia. Esto significa que la superación no se realiza con olvido ni amnesia, sino con memoria.

Por lo tanto la invitación al “diálogo entre civilizaciones” significa “diálogo entre los hombres”; estar dispuesto a comprender el lenguaje del otro en su categoría axiológica, estar dispuesto a ser lo suficientemente abierto como para entender que existen lógicas diferentes, razones diferentes, espíritus diferentes que tienen la misma intención de comprenderme a mi. En la medida en que yo entienda y comprenda que otro me quiere comprender a mí, vamos a estar esperando con esperanza un futuro que pueda ser diferente al pasado que nos construimos hasta el presente

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Una gestión con solidaridad, participación y transparencia

El intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, vincula exitosamente valores fundamentales con la eficiencia en el gobierno. Esta es su ponencia en la Cátedra Abierta.

Hablar de crisis de representación, de crisis política, en definitiva es hablar de las instituciones en crisis, del Estado, porque cuando los partidos políticos no funcionan adecuadamente, inmediatamente eso se traduce en un mal funcionamiento de las instituciones públicas y de todo el aparato estatal. Una crisis, que como explicaba Rosendo Fraga, no solamente es de las estructuras políticas sino de la sociedad, y yendo un poco mas allá, podemos decir que es una crisis moral, una crisis de valores, de principios, una crisis cultural, entendiéndola en definitiva como cultura media de una comunidad, de una sociedad, un conjunto de principios, de valores éticos, de creencias aceptadas por el común y que forman parte de aquellas prácticas y conductas incorporadas en la conciencia de cada uno de los integrantes de esa sociedad, en cada uno de los ciudadanos.

Los ejemplos que daba Rosendo Fraga nos hablan justamente de una crisis de la cultura en esos términos, es decir, de una pérdida de determinados valores en el promedio de la sociedad argentina. Lo cual nos dice también que estamos frente a un fenómeno de extraordinaria complejidad y profundidad y que seguramente no vamos a resolver rápidamente sino que va a requerir una tarea de muchos años y de mucha coherencia. Pensar en las causas o analizar las causas que nos han llevado a esta circunstancia seguramente puede ser bueno para encontrar las puntas por donde tal vez tenemos que empezar a corregir la situación.

Digo esto desde mi particular visión de un hombre comprometido con la actividad política que desarrollo desde muy joven y que en los últimos años me han tocado responsabilidades importantes de gobierno en la ciudad de Rosario, como intendente. Por lo tanto es una visión parcial de la realidad pero que no deja de estar comprometida justamente por haber participado desde adentro en muchas de las cuestiones que hoy estamos conversando en este panel. 

Si tuviera que apuntar a alguna de las causas que originaron esta crisis de valores y esta crisis política y de la sociedad, sin duda que una de ellas es la interrupción de los procesos democráticos que hemos tenido con tanta asiduidad en el pasado en nuestro país, porque esa ruptura de los procesos naturales de construcción política, de construcción histórica, de construcción social, el hecho que desde el Estado mismo se haya promovido la violación de la Constitución, de las leyes, de las normas sin duda que ha jugado un papel importante en la ruptura de una estructura de pensamiento en la Argentina cuyas consecuencias estamos sufriendo. 

Otra causa importante es la crisis, destrucción y decadencia de nuestro sistema de educación pública. Ese sistema en la Argentina fue la gran herramienta para que un conjunto de valores, creencias y de prácticas sociales democráticas, igualitarias, influyeran fuertemente en la construcción del país, sobre todo en las últimas décadas del siglo 19 y en las primeras del siglo 20. 

Otro de los aspectos que hay que considerar es la influencia extraordinaria de los medios de comunicación, que formadores de opinión y contribuyen en forma significativa a determinar y conformar la estructura de valores y la cultura media de la población. Son además quienes intermedian entre la actividad política y la opinión pública, y no son neutros, como sabemos. 

Finalmente otro elemento es la pérdida del valor del esfuerzo y del mérito como un valor a ser reconocido, destacado y considerado por la sociedad en su conjunto. En la administración pública, en la justicia, en la carrera docente, en las fuerzas armadas, y en general en todas las instituciones, la forma de acceder a todos los puestos de mayor jerarquía y de mayor responsabilidad es por mérito. Sin embargo sabemos que en la mayoría de los casos no ocurre así y que se encontraron diversos mecanismos para burlar el reconocimiento del esfuerzo y del mérito utilizando cualquier otro mecanismo. Lo mismo ocurre en la política, como es de público conocimiento. 

Es un tema clave. Tengo hijas adolescentes que van al colegio, y eligen al mejor compañero. El premio al mejor compañero ha suplantado lo que era el premio al mejor alumno, los cuadros de honor de las escuelas, la medalla al mejor promedio o al alumno que ha logrado los mayores éxitos en el curso. No digo que esto ocurra en todas las escuelas, pero sucede en muchas. El premio al mejor compañero no deja de tener valor porque destaca la capacidad de liderazgo, la simpatía de alguno de los chicos, pero que no requiere evidentemente de algún esfuerzo particular. El premio al mejor alumno es el premio al esfuerzo, a la dedicación, al sacrificio, a la aplicación al estudio.

Este es un tema sobre el cual tenemos que reflexionar, porque en la medida en que como sociedad no recuperemos la capacidad de reconocer al que se esfuerza y al que tiene mérito en cualquier actividad que sea, difícilmente vamos a lograr una reforma en las instituciones y una reforma en la política. 

Se habla muchas veces de las leyes para reformar la política, que tienen que ver con el manejo de los recursos de los partidos, las leyes electorales. Es importante que tengamos una legislación adecuada para el contralor y el funcionamiento de los partidos pero no pasa por allí la solución. Es más importante la tarea de educación y de construcción social y cultural que tenemos que realizar para mejorar la sociedad y la política. 

Tenemos que exigir de las organizaciones políticas una serie de atributos. Esto lo debe exigir la sociedad civil, los ciudadanos, y lo debemos exigir también hacia adentro de nuestras organizaciones quienes tenemos un compromiso político. Los partidos políticos deben tener un conjunto de programas, de ideas, deben tener ideología. Un partido que no tiene una doctrina, que no tiene un conjunto de posturas y de programas, un marco conceptual para analizar la realidad, es un partido pragmático, que en definitiva puede hacer hoy una cosa y mañana lo contrario, porque cualquier intervención sobre la realidad tendrá que ver solamente con una cuestión de coyuntura y no con un marco ideológico y conceptual. Eso ha sido y es profundamente nocivo para el funcionamiento democrático y termina haciendo perder la confianza a los ciudadanos. 

Los partidos también deben expresar un conjunto de valores, deben ser escuelas de formación ciudadana, deben instalar en la sociedad una cierta visión de la realidad sustentada en determinados valores, deben promover el compromiso de sus afiliados, de sus integrantes con el bien común y con la sociedad, y con el cambio social. 

Por otro lado deben ser profundamente democráticos, porque un partido que no es democrático hacia adentro, que no está habituado a la práctica cotidiana de la democracia, difícilmente pueda ser un actor que contribuya a fortalecer y a profundizar la democracia en el país. En eso la legislación debe ser muy estricta. Debe exigirse a las organizaciones políticas una práctica democrática abierta, pluralista y cotidiana para elección de autoridades, y para la elección de candidatos. Esto es fundamental.

Las organizaciones políticas, por otro lado, deben ser abiertas, deben permitir una vinculación fácil, accesible del ciudadano independiente. No deben poner barreras, no deben ser sectarias. Deben facilitar la posibilidad de que un ciudadano independiente pueda tomar contacto con el pensamiento y con la práctica de la política. Deben tener una preocupación fundamental por la capacitación y la formación de sus cuadros, de sus dirigentes, de sus equipos técnicos. Hoy no es pensable el ejercicio del gobierno en cualquiera de los niveles que fuere, sin contar con sólidos equipos técnicos para abordar cada uno de los temas del gobierno y del Estado. Ya no se puede improvisar; no basta con la muñeca política de un dirigente. 

La gestión pública, la gestión del Estado requiere equipos profundamente comprometidos con los temas, con conocimiento, con experiencia. Esa debe ser una tarea fundamental de las organizaciones políticas, porque sino terminan después alquilando equipos técnicos que no responden al pensamiento, a la concepción que cada partido puede tener del gobierno y del Estado. Deben tener la capacidad de convocar referentes del mundo académico, del mundo intelectual, del mundo de la cultura. 

Es muy importante -para que podamos revalorizar la política- que los partidos políticos tengan esa capacidad de incorporar personalidades de prestigio, porque esto va a contribuir a prestigiar también a las organizaciones políticas. Desde luego, que es indispensable un manejo transparente de los recursos, y aquí vuelvo al tema de los medios de comunicación. Ningún partido político puede pensar en encarar con éxito una campaña electoral, nacional o provincial, sin tener una presencia importante en los medios de comunicación.

Además debemos exigir a las organizaciones políticas que cuando estén en el gobierno sean fieles con su pensamiento, con sus propuestas, que sean eficaces en el gobierno; y cuando son oposición que sean responsables en la oposición.

La experiencia de Rosario

Rosario tiene gobiernos del Partido Socialista desde hace 15 años. Yo soy el tercer intendente. Es un partido pequeño a nivel nacional, histórico en Argentina, pero en Rosario y en Santa Fe tiene un desarrollo importante. Determinadas ideas y valores que tienen que ver con el pensamiento del socialismo, con la justicia social, con la libertad, con la equidad, las hemos vinculado con una capacidad de gestión que nos ha permitido desarrollar y mantener el gobierno en estos años. 

Siempre le dimos una gran importancia a los temas que hoy son motivo de esta charla: promover el compromiso ciudadano, desarrollar los valores cívicos, incrementar la representatividad de las instituciones democráticas y desafiar a las organizaciones políticas para que mejoren. Participando de instancias y de actividades que las convocan y que las obligan a comprometerse también esto actúa positivamente en la renovación de las estructuras políticas. 

Menciono algunas experiencias. Trabajamos fuertemente en la descentralización de la estructura del Estado. Rosario es una ciudad de un millón de habitantes, extensa. Tiene la misma superficie de la Capital Federal, a pesar de tener menos de la tercera parte de sus habitantes. Tenemos la ciudad organizada en seis distritos, con centros municipales que son como mini-municipios distribuidos en el territorio. El sistema de salud pública, que es muy importante en la ciudad, tiene cincuenta centros de atención primaria distribuidos en el territorio. Lo mismo hicimos con las políticas sociales, o las de deportes y las culturales.

La descentralización de los organismos estatales, llevándolos al nivel más cercano a la demanda ciudadana, tiene dos beneficios fundamentales. Desde un punto de vista mejoran la eficacia y la eficiencia de la acción de gobierno, porque permiten respuestas más directas, más ágiles, una cercanía más vinculada y de mayor proximidad entre la demanda y la solución. Pero fundamentalmente permite el acceso del ciudadano común, del vecino común a la cosa pública, la posibilidad de tener un contacto directo con la administración, de tenerla cerca. Además facilita el desarrollo de mecanismos de participación ciudadana, de apropiación de los ciudadanos, de los vecinos, del gobierno y de la gestión pública. 

Junto con el proceso de descentralización hemos venido desarrollando procesos de participación ciudadana, de participación de las instituciones, de búsqueda de acuerdos en base a programas y a proyectos, la búsqueda de consensos ciudadanos entre las organizaciones públicas, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, para llevar adelante estrategias, políticas, proyectos comunes que han contribuido y contribuyen, sin duda, a fortalecer los valores cívicos, a fortalecer la representatividad de las instituciones.

Menciono dos ejemplos: uno de ellos es el proceso de planificación estratégica de la ciudad. Nosotros empezamos con eso en el año ’96; en el año ’98 concluimos la formulación del primer plan estratégico. Ahora estamos llevando adelante el segundo plan estratégico, involucrando también al área metropolitana de Rosario. Es una extraordinaria experiencia de planificación participativa, junto con las instituciones sociales, educativas, culturales, con el sector privado, con las instituciones públicas de los distintos ámbitos y niveles para buscar la concertación y la definición de proyectos comunes, de objetivos comunes para la ciudad, para la región; definir entre todos cuáles son los perfiles, los proyectos de futuro para la ciudad, involucrar de alguna manera al conjunto de la sociedad en la construcción de un proyecto colectivo. 

En el otro extremo tenemos la experiencia del presupuesto participativo. Es una experiencia que hemos tomado de alguna otra ciudad. En la mayoría de los casos suele ser más una experiencia de laboratorio que una experiencia real. Pero nosotros la hemos llevado a la realidad con la discusión barrio por barrio de los proyectos de escala local, haciendo participar al vecino común, sin intermediarios, sin la intermediación política y ni siquiera de las instituciones barriales, sino basando la participación directa del vecino, del ciudadano en la discusión de la problemática barrial, en la discusión y en la definición de prioridades, en la asignación presupuestaria para las obras y los proyectos más importantes de cada lugar.

Llevamos ya la tercera edición que hemos concluido hace pocos días, donde han participado más de 20 mil vecinos en forma directa en cada una de estas asambleas de discusión. Esto tiene dos saldos grandes positivos. Por un lado, logramos una aplicación mucho más racional del presupuesto en materia de obras y por el otro, y tal vez lo más importante, logramos el compromiso del ciudadano común en la definición y en la participación dentro de las políticas del Estado. La gente que participa de estas experiencias cambia su forma de pensar y adquiere, de alguna forma, su estatus de ciudadano en forma plena, porque no solamente elige a sus representantes en una elección, sino -sobre todo- asume el compromiso de participar en forma directa y de hacerse responsable de las decisiones en materia de gobierno local.

Finalmente, con respecto a las políticas de inclusión social, llevamos muchos años de trabajo permanente con los sectores sociales más castigados por la crisis económica, por la crisis social, aquellos que han quedado por debajo de la línea de pobreza, con los inmigrantes que han venido a la ciudad en los últimos 20 años, desde el Chaco, desde el norte santafecino, desde otras provincias, con los sectores excluidos, con aquellos que fueron víctimas del quiebre de toda nuestra estructura de pequeñas y medianas empresas. No solo les llevamos la asistencia necesaria, alimentaria, en materia de salud, sino fundamentalmente los hacemos partícipes y protagonistas de la vida de la ciudad.

La inclusión social no solamente se logra con la satisfacción de necesidades básicas y elementales, sino también haciendo sentir parte de la ciudad a aquellos que hoy están excluidos por su condición económica. Esto es muy importante, porque si no tenemos una ciudadanía de primera y una ciudadanía de segunda, tenemos algunos que son ciudadanos y otros que son todavía clientes políticos, que están cautivos de grandes maquinarias políticas que en muchos casos utilizan la necesidad y esa condición de exclusión para aprovechar el voto o para manipular políticamente a determinados ciudadanos. 

A través del protagonismo, de la participación, los ciudadanos adquieren esa condición de poder analizar la realidad y participar en la vida social y política con cierta independencia y con cierta libertad. Eso también es fundamental para repensar nuestros partidos políticos. Adquirimos conciencia de nuestros problemas. Seguramente no los hemos resuelto todavía, y va llevar muchos años resolverlos, pero a partir del 2001 empezamos a comprender y adquirir conciencia de cuáles son nuestros problemas, en donde están nuestras debilidades, donde están las cosas que tenemos que corregir y ese creo que es un buen principio

Expirado

Nueva cultura versus globalización
 
Ezequiel Ander Egg, Profesor en 186 universidades, Director Académico de 88 cursos internacionales, autor de 130 libros con 1.400.000 ejemplares vendidos. Esta es su ponencia: 


"Hacer de nuestra cultura una potencia de liberación y de solidaridad, al mismo tiempo que el canto de nuestra íntima personalidad."
                                                        Cheik Anta Diop


¿Es posible un nuevo paradigma cultural como energía creadora de una globalización alternativa?

Una propuesta alternativa al modelo de globalización neoliberal no puede circunscribirse a un enfoque exclusivamente economicista, sino que debe otorgar un lugar a la esfera de lo cultural. Buscar un nuevo proyecto de sociedad es, supone y exige buscar un nuevo proyecto cultural.
En los años ochenta, en América Latina, en los grupos de educación popular, se decía que toda propuesta de lucha en el campo de la cultura debe tener en cuenta que la ideología que sirve como "cemento" que une las juntas del orden social vigente podría transformarse —como un aspecto de la lucha cultural— en "ácido corrosivo" y en "energía creadora" para un nuevo ordenamiento social.

Dentro de ese contexto, un trabajo cultural crítico no debe agotarse en la tarea de desenmascarar los mecanismos de manipulación y domesticación ideológica, sino que tiene que aceptar el reto de plasmar una nueva cultura.
En nuestros días, esta propuesta algunos la presentan afirmando que una nueva cultura sirve como antídoto para la globalización neoliberal.

La idea de que la cultura pueda ser un antídoto para la crisis que se vive a escala mundial puede parecer disparatada a aquellos para los que todo se reduce a la economía y conciben al hombre, fundamentalmente, como homo economicus y homo consumens, acentuando la dimensión de mero productor y mero consumidor.
Hablar de la cultura como energía creadora cuando en el escaparate de las ofertas intelectuales nos encontramos con "el todo vale" de Feyerabend, el "pensamiento débil" de los italianos, la "simulación" de Baudrillard, el "pensamiento borroso" de Bart Kosko, la ciencia sfumatta, la era fuzzy, la filosofía flou y la cultura light, que han dominado el discurso de las últimas décadas, puede parecer una propuesta a contrapelo de la historia. Cuando casi todo se relativiza y estamos atrapados en la sociedad de consumo y en un individualismo feroz, puede parecer un sueño fantasioso pensar que la cultura puede producir cambios significativos. ¿Qué podemos hacer en ese contexto de frivolidad y homogeneización cultural en donde existen tantos agujeros e intersticios por donde penetran las industrias culturales para hacer de la cultura estadounidense la cultura universal del mundo globalizado?

Algunos hechos que expresan una cultura emergente alternativa

Nuestra aproximación a esta problemática es provisional. Tiene su punto de partida en el análisis que realizáramos sobre la rebelión juvenil, hace unos veinticinco años. En la contestación juvenil de finales de la década de los sesenta encontrábamos —y encontramos— hechos portadores de futuro. Decíamos entonces —y ahora lo traemos como punto de arranque para nuestra reflexión— que si más allá de cualquier manifestación exterior o circunstancial calamos en lo hondo de la rebelión juvenil actual, encontramos hechos que expresan un nuevo modo cultural reflejado en:

• el deseo de vivir (que todos vivan y vivan en la abundancia);
• el deseo de expresarse (que todos puedan hacer oír su voz);
• el deseo de ser libres (que todos puedan realizarse sin constreñimientos exteriores);
• la reivindicación del derecho a hacer su propia vida (que cada uno pueda asumir por propia decisión lo que hará de su existencia).

Estos deseos, tan fuertemente expresados por algunos movimientos juveniles a finales de los años sesenta, no "aparecen" en ese momento, como si antes no hubiesen existido. La novedad viene dada por la profundidad y forma con que se presentan, además del conjunto de valores que los sostiene. Todas estas manifestaciones y búsquedas, expresadas con un tono crítico, creativo, diferencial y sensual, contienen lo básico de ciertas formas emergentes de cultura viva, aunque haya otras de signo contrario o diferenciadas.

Adviértase, una vez más, que consideramos la cultura como un modo de vida total y de realización/creación del presente y del futuro y no con el alcance restringido de lo artístico o literario. Dicho esto, preguntamos: ¿cuáles son los hechos precursores del estilo cultural del futuro?, ¿cuáles son las manifestaciones o caracteres esenciales de esta cultura emergente? Lo que percibimos como germinal en estos movimientos, lo resumiríamos (sin que esa sea una enumeración exhaustiva) en seis grandes expresiones:

• Afirmación de la propia personalidad y del derecho a singularizarse.
• Un estilo cultural meta-tecnológico, anti-productivista y de recuperación de lo festivo.
• La búsqueda de comunicación interpersonal profunda y auténtica.
• Rechazo de lo institucional como aquello que encorseta la vida.
• Desarrollo de la dimensión erótica y psicodélica de la cultura emergente.
• Retorno a la naturaleza y a la vida sencilla.

Desde esa óptica no es solamente un nuevo orden económico internacional lo que necesitamos sino un nuevo estilo de vida. No es un relanzamiento de la economía a escala de Estado lo más decisivo, sino un nuevo modo de vivir. Y, a nivel personal, tampoco la salida es tener más cosas, sino saber vivir como personas.
En fin: si lo que está en crisis es un modelo de civilización, de sociedad y de modo de vida, aquí es donde la cultura —como creación de un destino personal y colectivo— adquiere su pleno significado y dimensión como antídoto a la crisis: se trata de buscar, y de ir encontrando y realizando, un nuevo proyecto de sociedad y de civilización.

Vivimos en un mundo complejo y cambiante, en situación límite, puestos en una encrucijada, inmersos en una crisis, llegados a unpunto de ruptura, en donde "algo viejo debe morir y algo nuevo debe nacer"... De muchas y variadas formas se designa el momento en que vivimos. "El mundo no es como debiera ser", así lo percibe la mayoría de la gente. Tampoco la vida es como debiera ser. De ahí que muchas personas —los alternativistas, podríamos denominarlos de una manera amplia— desean cambiar sus actuales formas de existencia, quieren saltar a una nueva manera de vivir... Por lo tanto, en este sentido y en este contexto, sí puede hablarse de la necesidad de una nueva cultura como antídoto a la crisis. Es decir, de un nuevo modo de pensar y de hacer.

Se trata de plantearnos el problema de un nuevo estilo de vida, más que corregir la crisis económica dentro de los marcos de una civilización fáustica, de una sociedad productivista y de existencias personales cuyo proyecto principal de vida es el de ganar dinero.
Plantearnos el problema de un nuevo estilo de vida, es plantearnos la necesidad de asumir nuevos modos de vivir. Ahora bien, ¿por qué se plantea este problema?, ¿qué significa un nuevo modo de vivir?

A la primera cuestión —¿por qué aparece este problema?— la respuesta es bastante generalizada entre todos aquellos que critican la degradación de la vida que vivimos en nuestro tiempo. Degradación por exceso y despilfarro en las sociedades de consumo; degradación por hambre y miseria en las sociedades subdesarrolladas y dependientes.
Y, ¿por qué un nuevo estilo de vida? Si decimos "nuevo", antes que nada significa hacer algo que antes no se hacía, cambiar, realizar algo diferente. Este "dejar de hacer", este "cambiar", y este "realizar", tienen que ver con algo que nos concierne de manera radical a cada uno de nosotros y es la causa de que "seamos": nuestra vida.

No se trata sólo de cambiar estructuras o de innovaciones tecnológicas que pueden ser necesarias. De lo que se trata es de cambiar nuestra vida o, para ser más precisos, nuestro estilo de vida, nuestro modo de vivir. Esto significa —como diría Fromm— "una sociedad cuyos miembros han llegado a un grado de independencia en que conocen la diferencia entre el bien y el mal, en que eligen por sí mismos, en que tienen convicciones y no opiniones, y fe, más bien que supersticiones ni esperanzas nebulosas... Significa una sociedad cuyos miembros han desarrollado la capacidad de amar a sus hijos, a sus prójimos, a todos los hombres, a sí mismos, a toda la naturaleza; que pueden sentirse unidos con todo, pero que conservan el estilo de la individualidad y la integridad; que trascienden la naturaleza creando, no destruyendo". Por primera vez en la historia, "la supervivencia física de la especie humana depende de un cambio radical en el corazón humano "(1).

El movimiento de nuevos estilos de vida es de origen occidental, producido en parte por la crisis que confrontamos, pero está acompañado por un descubrimiento y revalorización de los valores de oriente.
Sin embargo, habría que preguntarse también: ¿por qué vamos a cambiar de estilo de vida?, ¿qué nos puede mover a tomar esta determinación?... Para la mayoría de la gente, lo que les lleva a cambiar son situaciones o condiciones de existencia. Ahora bien, ¿existen, hoy, situaciones que pueden llevarnos a convencernos de la necesidad de cambiar nuestro estilo de vida?

Creo que sí. Bastaría con que nos percatáramos de la clase de "callejón sin salida" donde está llegando la humanidad. Bastaría con que intentásemos ahondar en las causas de insatisfacción que, en grado diverso, sufre el hombre contemporáneo.
Y ahora, si estuviésemos convencidos de la necesidad de un nuevo estilo de vida, habría que plantearse: ¿qué es lo que establece o configura un nuevo estilo de vida? Todos tenemos un estilo de vida que viene dado por los valores que en nuestra práctica elegimos como prioritarios. Insistimos en esto de "nuestra práctica" porque el doble juego de valores es moneda corriente en nuestro mundo. El divorcio entre el decir y el hacer, el encubrimiento ideológico, permiten discursos paralelos o contrapuestos a lo que se hace en la realidad.

Buscar un nuevo estilo de vida no consiste exclusiva ni fundamentalmente en producir un cambio individual o grupal en los patrones de consumo. Es un cambio con implicaciones tan globales que no se trata de una transformación estructural únicamente sino, ante todo, de un cambio cultural... Ante nosotros tenemos el reto de crear y de ser protagonistas de una nueva civilización y de un nuevo modo de ser persona.

1) FROMM, Erich: Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. FCE, México, 1956

Expirado

La ética empresaria ante la globalización y la crisis 

Como ciudadanos responsables las compañías pueden contribuir al desarrollo de los países, dijo Mario Calafell Loza (Pan American Energy) en la Cátedra, en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. La siguiente es su ponencia 

El tema de la Responsabilidad Social fue imponiéndose de a poco en los últimos años y en paricular la Responsabilidad Corporativa fue penetrando como consecuencia del proceso de globalización y de las exigencias que ese proceso plantea a los distintos países y a las empresas que operan en ellos. 

Empezaré haciendo una referencia a la relación que hay entre la empresa y la ética de su gente. Los valores de los hombres de las empresas son decisivos para lo que será luego en el tiempo la cultura de los valores de una empresa. ¿Cómo podemos decir que una empresa sin vida, un ente ideal, una construcción de la economía y del derecho sea sujeto de valores? La empresa actúa a través de su gente, pero adquiere una cultura propia que va formando su gente, sus dueños, sus accionistas, sus dirigentes, sus gerentes. Esa cultura permanece después que los hombres nos hemos ido; nuestra huella en las empresas permanece a pesar nuestro y termina integrándose en la vida futura de las empresas. Por eso, a mi juicio podemos hablar de cultura de la empresa que trasciende a la de los hombres que hoy la integran, a la de los gerentes que hoy la gestionan y por supuesto, que trasciende a la de los accionistas cada vez más anónimos, cada vez más preocupados por los resultados que por lo que ocurre dentro de la empresa, salvo que afecten los resultados. 

La ética de la empresa se ha vuelto cada vez más una condición de su éxito, de su crecimiento, de su progreso y fundamentalmente una condición de su reconocimiento social. Reconocimiento social de significativo valor si se piensa que de una manera o de otra el Estado autoriza y define las formas de actuación de cada una de nuestras empresas. Alguna de ellas, como la que yo represento, depende de concesiones estatales para operar. La renovación de sus concesiones depende del Estado, de una decisión estatal, que puede ser una decisión peor o mejor según el juicio de la empresa o según el juicio de la comunidad, pero que probablemente no será la misma si la imagen de la empresa, la imagen que de la empresa tiene la sociedad, la reputación de la empresa, es buena, es regular o es mala. 

Los que son concesionarios de servicios públicos, concesionarios de explotación de recursos naturales o aquellos que sin serlo tienen empresas grandes, medianas o pequeñas de tipo industrial que parecen un poco más autónomas, cada uno de ellos tiene que cumplir con la ley, y cada uno de ellos en algún momento, aun sin quererlo, viola la ley o provoca un daño, o tiene un accidente. Son momentos en los cuales la sociedad comprende, justifica o condena. Los hombres del poder, los gobiernos, no nos tratan de la misma manera si las comunidades los acompañan en decisiones de absolución o si la sociedad no los acompaña en esta suerte de perdón y comprensión. 


A esta cascada de distintos sistemas éticos debo agregar la importancia para nuestras empresas de la ética de nuestros entornos socioculturales. El entorno sociocultural de nuestras empresas es vital para determinar si un ambiente político, si una comunidad tiene una cultura pro-negocios o anti-negocios, pro-actividad privada o anti-actividad privada, pro-propiedad privada de los medios de producción o pro-propiedad estatal; pro-regulacionismo o pro-libertad. Pero en la base misma, y antes de esto, está la idea de cómo reacciona la sociedad frente a los contratos. No es lo mismo una sociedad que considera que el contrato es algo que debe ser cumplido, que aquella que considera que el contrato refleja solamente los intereses del día de hoy y mañana será otra la historia. Debo decir, casi por experiencia propia, que también hay de estas sociedades en las cuales los papeles firmados valen para el día que se firmaron y que en contextos como esos, los sistemas de riesgo, los sistemas de emprendimientos privados, los sistemas de producción son totalmente distintos; no se puede dimensionar un riesgo si estamos en una sociedad que considera que el contrato es nada más que un pedazo de papel válido para el día de la firma. 

La estabilidad de las normas es otro elemento de la ética de la comunidad a la que me estoy refiriendo. Sin normas estables no hay seguridad jurídica, sin normas estables no hay posibilidad de calcular los riesgos de un emprendimiento y sin riesgos de un emprendimiento no hay sistema industrial, sistema de empresa capitalista que pueda prosperar. La seguridad jurídica implica la confianza de que un juez va a aplicar una norma estable, y la va a aplicar de la misma manera a lo largo del tiempo. Esto es un conjunto de ideas que hace a la confianza como condición del funcionamiento de nuestro sistema de producción, de nuestro sistema económico, que es casi hoy nuestro sistema de vida, y quizás también lo ha sido siempre. En alguna charla que tuvimos en el foro, yo recordaba a Gunnar Myrdal, que hablaba de las condiciones del desarrollo y decía que había experiencias ocasionales de éxito en el desarrollo, que la mayor parte de las experiencias que él podía analizar eran experiencias de fracaso, de no desarrollo, y que las experiencias de desarrollo tenían una serie de connotaciones que estaban todas vinculadas al factor de confianza, que resulta de los factores ético-culturales que acabo de mencionar. 


En cuanto a la responsabilidad de la empresa frente a la sociedad -que de esto se trata cuando hablamos de Responsabilidad Social Empresaria- me parece que es indispensable distinguir entre la responsabilidad legal de las compañías y de las personas, y la órbita de los actos voluntarios de las personas. La responsabilidad social primaria, por supuesto, está ligada a la responsabilidad legal, al cumplimiento de las obligaciones, al pago de los impuestos, al respeto de la persona humana y de sus derechos, al respeto del medio ambiente y todo ese cúmulo de obligaciones legales que tiene que ser escrupulosamente satisfecho por una empresa si queremos empezar a hablar de Responsabilidad Social Corporativa.

Pero cuando hablamos de Responsabilidad Social Corporativa dejamos el campo de la obligación legal y entramos en lo que son los actos voluntarios de las empresas. Y en este campo, tenemos valores éticos, normas que a nuestro juicio deben cumplirse en una empresa para que sus acciones de Responsabilidad Social sean realmente esto y no actos determinados por el interés de corto plazo, por el marketing, por la publicidad, por la formación de una pura imagen. Esta ética de las acciones de Responsabilidad Social pasa por el conocimiento profundo de cuáles son las necesidades de la comunidad, por una exploración sistemática de esas necesidades, por el chequeo de que las necesidades que uno encuentra como integrando el abanico de necesidades de la comunidad sean asumidas por esa comunidad como necesidades. La tentación por adoptar un papel superior al de la comunidad misma desde la empresa y sobre todo desde las grandes empresas, es una tentación sempiterna. Siempre esta ahí presente la tentación de sentirnos superiores. Y la realidad es que muchas veces uno dice la comunidad necesita tal cosa y las necesidades de la comunidad, por lo menos en la medida de lo que la sociedad relaciona con sus propias necesidades, pasa por otro lado. 

Entonces la primera regla que nosotros aplicamos en nuestro manejo de los programas de Responsabilidad Social es determinar una necesidad, chequear si la necesidad es vista como tal por la comunidad, y el paso siguiente es verificar si la comunidad está o no está dispuesta a que uno intervenga en ese problema, en esa necesidad que a veces forma parte de la intimidad de la comunidad, que a veces forma parte del seno de la comunidad, que a veces forma parte también de campos de acción que la comunidad considera reservados a otras órbitas, a la Iglesia, o a una ONG que actúa en el seno de la comunidad desde tiempo atrás, de consejos escolares o de cooperativas de hospitales.

Entonces este tercer campo se relaciona con el respeto de la comunidad en la forma como la comunidad se ve a sí misma y la forma que la comunidad ve sus necesidades, y como ve, también, a la empresa que se ofrece a resolver esas necesidades.


Los contenidos de la Responsabilidad Social son el otro aspecto al que me gustaría referirme. No son contenidos permanentes, no son un inventario de cosas que constituyen la Responsabilidad Social de las empresas. El contenido de la Responsabilidad Social es una consecuencia directa de las circunstancias que vive la comunidad, y está determinado por ellas. Y cuando digo la comunidad digo el pueblito remoto, la ciudad del interior, la ciudad de Buenos Aires o el país. Claramente no tenía los mismos contenidos la Responsabilidad de las empresas antes de la crisis de finales de 2001 que en el 2002, en el 2003 y ahora. No tenía los mismos contenidos antes del proceso de globalización que después de ese proceso. La globalización nos expone a todos a un sistema en el cual todos compiten siempre que estén en condiciones de competir. Si uno no está en condiciones de competir no se inserta en el proceso global, queda al margen del proceso de globalización, que no es un proceso ideológico en sí mismo sino que es un hecho, es un dato de la realidad. Las comunicaciones explotaron, los sistemas de producción se revolucionaron, los sistemas de transporte se multiplicaron y la red de Internet, la web, generó nuevos mecanismos de comercio, un nuevo acceso al conocimiento, una capacidad de comunicación instantánea entre las personas. Es un desafío en sí mismo. 

El mundo cambió en un lapso de 10 o 15 años radicalmente, y este mundo nuevo demanda países exitosos. El sistema para crecer demanda mercados exitosos, demanda un país con ocupación, no digo plena pero con gente ocupada, gente que consuma, gente que produzca y pueda entrar en el mercado y recibir la presión de otros mercados sin colapsar, porque si colapsan son sistemas fracasados; dentro del proceso de globalización son Estados fracasados. El estado fracasado es un problema, entre comillas, para el sistema global, que alguien se va a ocupar de resolver, y no será obviamente la población, los ciudadanos del Estado fracasado, los que resuelvan el problema. Alguien vendrá a resolver los problemas de los Estados fracasados.

Por eso el tema de la Responsabilidad Social es el tema de la responsabilidad de las empresas que con su conducta tienen un efecto de ejemplaridad, con una enorme capacidad de multiplicación, y que con su potencial económico pueden derivar recursos para llenar los baches que en un momento de crisis como el que vivió la Argentina, y sigue de alguna manera, viviendo, contribuyan a llenar lo huecos que ha ido dejando el Estado. La crisis de representación política, la crisis económica, la crisis educativa, la crisis de seguridad, alimentaria, toda esta crisis genera huecos que no son llenados solamente, ni principalmente por las empresas, pero las empresas están trabajando como ciudadanos, como otros que trabajan al lado de ellos, y como ciudadanos de la comunidad asumen a veces responsabilidades. 

En esas responsabilidades tienen algunas obligaciones que cumplir para intervenir en un problema que debió ser un problema de la comunidad en tanto organización, comunidad organizada. Por eso tiene que coordinar esa acción con el poder, con el gobierno, con el ministerio de educación cuando son temas educativos, con el ministerio de salud cuando son temas hospitalarios y de salud, con las distintas incumbencias del poder del Estado, para que su intervención, al igual que el consenso de la comunidad, sea el consenso del Estado organizado como poder. 

Todas estas circunstancias, unidas a la idea central de que el objetivo principal de esta intervención, de esta responsabilidad ejercida sobre la comunidad, sea legítima, unido al hecho de que su objetivo no sea un objetivo de marketing, o que por los menos no lo sea primariamente, que su objetivo no sea de publicidad, o que no lo sea primariamente, es lo que hace que la Responsabilidad Social Corporativa sea útil, contribuya al desarrollo de nuestros países, contribuya a la solución de la crisis y ayude a enaltecer y a hacer grande la actitud ética de todos nosotros.

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CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA