Expirado
Cátedras

Lo contestó Nicolás Meyer (foto), Subsecretario de Economía Popular (Ministerio de Desarrollo Social de la Argentina) en el Foro Ecuménico Social. Lo hizo en la primer sesión 2017 de la Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana, en su 15º ciclo. Publicamos sus reflexiones.

En mi experiencia concreta, como muchos que estamos en funciones en el gobierno, yo entré el año pasado con la nueva gestión. No vengo de la política sino que vengo más del trabajo en organizaciones sociales, muchos años en Argentina, y estuve justo los dos últimos años anteriores en México y nos encontramos con un desafío grande y lindo de gestionar este Estado Nacional, de pensar el país, de pensar las políticas públicas y lo hacemos desde nuestra propia realidad y nuestra historia.

Yo estoy en la Secretaría de Economía Social dentro del Ministerio de Desarrollo Social y mi subsecretaría se llama de Economía Popular, en la que tenemos todos los programas de formación y toda una línea de acompañamiento a la economía social, integral y estratégica.

Me parece que algo que está bueno en nuestra generación y en este momento histórico, es que ya no podemos pensar la división social de las organizaciones de manera totalmente autónomas y aisladas. Como humanidad hemos pasado por todos los modelos organizativos y nos hemos dado cuenta que la interacción, y el interactuar, no solo es lo natural sino también lo inevitable; entonces lo único que podemos hacer, o lo mejor que podemos hacer, es decidir cómo vamos a interactuar.

En este caso me gustaría contarles algunas ideas, quizás un poco provocadoras, que después podemos conversar, de cómo nos imaginamos en el Estado que tienen que interactuar los gobiernos provinciales, municipales y nacional con las empresas privadas, con las empresas sociales, también, que son un nuevo actor que cada vez tiene más fuerza.

El cooperativismo (en la Argentina es más o menos el 6 % del PBI a nivel nacional), que son empresas sociales (donde todos los trabajadores son dueños), las empresas tradicionales (privadas, que son las principales generadoras de empleo en todos sus niveles, desde pymes, desde pequeñas unidades productivas hasta grandes empresas), y el sector social (el sector de las organizaciones de la sociedad civil, que es un sector amplísimo y muy variado), con esos tres grupos interactuamos. Sí o sí interactuamos; eso es lo primero que quiero dejar muy en claro.

Nadie que hoy en día en la Argentina esté en una empresa, en una ONG, en una empresa social, o en el Estado, va poder prescindir y decir “yo no tengo nada que ver con este sector”. En mi época en la organización social estábamos en un encuentro en Paraguay y Emiliano Ezcurra, que fue director de Greenpeace y era director de Banco de Bosques, con quien me tocó compartir habitación, en una charla de trasnoche dijo: “Yo del Estado, lo único que le pido es que no se meta, que no nos jorobe, que no tenga nada que ver con nosotros”. Hoy es el Director Nacional de Parques Nacionales y lo vi hace hace un par de semanas y le dije “Che…cómo era lo del Estado que…nada, nada con nosotros…”

Creo que ya no hay escapatoria y por suerte, desde mi punto de vista. Pero sí tenemos que replantearnos el modo de relacionarnos que tenemos que tener estos tres actores, y quiero compartirles 6 ideas de esta lógica de cómo creo que tenemos que interactuar.

Ecotonos

La primera es construir Ecotonos. Lo aprendí hace un tiempo de un amigo español, que es un concepto de la biología, donde se encuentran dos ecosistemas. Los ecotonos es donde el desierto se encuentra con otro sistema y tenés un espacio en el que tienen que convivir dos sistemas vegetales, animales, biocelulares, distintos, diferentes, que tienen composiciones dinámicas y lógicas distintas y que hay un momento en el que se encuentran y donde no es taxativo que de acá para allá es un sistema, y de acá para allá es otro sistema, sino que hay un punto en el que convive la selva con el desierto. Hay todo un estudio y hay imágenes; es muy interesante.

La imagen que más me gusta para pensar es cómo hacemos para que el Estado, que es un Estado pesado, grande, lento, complejo, dialogue con organizaciones barriales, que están todo el día en contacto con la realidad cotidiana, con la complejidad, con el día a día, con la calle, con el ruido, con el lío, así como con empresas, que son mucho más ágiles pero más estructuradas, que tienen grandes decisiones más verticales, que quizás responden a filiales de otros lados. Esas tres dinámicas tenemos que hacer que dialoguen y tenemos que lograrlo y tenemos que estudiar cómo es la mejor forma que dialoguemos juntos. Nosotros muchas veces en el Estado decimos: “Celebramos mucho más estar juntos que estar de acuerdo”. Ya estar juntos en un espacio, donde decidamos trabajar juntos, es un montón. Después tenemos que trabajar para estar de acuerdo en algunas cosas y ponernos de acuerdo. Por lo tanto, lo primero es un desafío, el ecotono, y que no nos gusta tanto, y nos escapamos en general.

Lo segundo es que tenemos que salir de una lógica de pensar que el vínculo es de carrera de 100 metros. Es decir, bueno me enamoro de la Hermana Varela que vive en Córdoba y que tiene un trabajo impresionante, entonces vamos el Estado, vamos la empresa y acompañamos a la Hermana Varela durante un año, dos años, tres años, ponemos todo y después nos enamoramos de Margarita Barrientos y después nos enamoramos de La Colifata y después nos vamos enamorando de proyectos y a veces también de personas que lideran proyectos, y los acompañamos por 100 metros… y eso ya está probado que no funciona, que no sirve, que hasta a veces genera daños, que hasta a veces es contraproducente.

Entonces tenemos que pensar más en maratones que son largas, que hay que entrenarse de una manera más particular y diría que además de maratones, de Iron Man. Para los que no saben, Iron Man es esa competencia que tiene todas las disciplinas o la mayoría de las disciplinas más importantes y más complejas. Estar empresas con Estado, con organizaciones de la sociedad civil, es Iron Man; y hay momentos en que no querés saber nada y ves gente que se va desmayando al costado porque no puede más; y ves que sos bueno para la bicicleta pero que nadando, más o menos, tenés que regular muy bien el aire.

Tenemos que salir del cortoplacismo; de decir o trabajamos juntos para la foto, para el modelo, para el evento, para el Green Fest, para esto, para lo otro, hagamos la foto y bueno ahí nos vemos. Esa decisión del Iron Man es una decisión que tenemos que tomar y que tenemos que entrenarnos para eso. Para eso necesitamos gente que estudie gerenciamiento. Gerenciamiento en la empresa, gerenciamiento en lo público, gerenciamiento en lo social, porque el Iron Man no es una cosa voluntarista, de le pongo todas las ganas y un poco de garra y vamos para adelante…No, no… hay que aprender y hay que formarse. 

Después, algo que yo vengo viendo mucho es que cuando nos metemos más en el mundo empresarial, necesitamos poder hablar más con los sectores de Recursos Humanos y de Compras que de Responsabilidad Social Empresaria. Algunas empresas o un sector del empresariado resolvió el tema diciendo, bueno, creamos un área de Responsabilidad Social Empresaria, de relación con las comunidades y ahí metemos todo el vínculo, todo el tema, toda la cuestión social, la cuestión con el gobierno, la cuestión con los más necesitados y que ahí suceda; y eso no está dando buenos resultados cuando solamente se trata de un área de Responsabilidad Social.

Me pasó hace muy poco con un banco, que no es el Banco Galicia, que le dije: “Che, tendríamos que hacer este tema de inclusión financiera, este tema de bancarización, tenemos que pensar esto...” Respuesta: “es que eso es del banco, yo soy la fundación”… y yo lo miro como diciendo: “pero me estás cargando, entonces ¿para qué existís? si sos la fundación del banco, tenés que poder incidir en el banco, también podés incidir en las sucursales, en los cajeros”. Entonces necesitamos más Recursos Humanos y más Compras que Responsabilidad Social.

La economía social y solidaria tiene que estar en las cadenas de valor de la empresa. No tiene que comprarle la remera para el día de la familia en la empresa, no tiene que comprar el pan dulce para regalar solamente, tiene que estar en la cadena de valor. Eso quiere decir que dentro de los procesos productivos entra un sector, que es un sector más desfavorecido, que es un sector minoritario, que es un sector que hay que tecnificarlo y acompañarlo para que esté en la cadena de valor.

Lo otro que les quería compartir era salir de la idea del poroteo de bajo impacto. Decir, bueno, tenemos un montón de proyectos chiquitos, lindos, emocionantes, que podemos hacer el video, que podemos sacar la foto, que lloramos todos cuando termina y pasamos a otro, y así pasamos a otro, y así pasamos a otro y por suerte en la Argentina tenemos alrededor de 1.500 ONG, y que en cada metro cuadrado de cualquier barrio popular hay 5 ONG. Entonces bueno, vamos acompañando muchísimo.

Tenemos que empezar a pensar estratégicamente y tenemos que empezar a decidir adónde vamos a poner los fondos, los recursos, la inteligencia, la energía que tenemos como sociedad para dejar de porotear y dar un poquito para cada uno, porque el poquito para cada uno, no nos está dando muchos resultados.

Algo que es importante reconocer es que el tamaño sí importa. El tamaño de la intervención, el tamaño de la estrategia que tenemos, el tamaño del impacto. Tenemos que hacernos cargo que como Estado, no podemos hacer intervenciones de a cien personas, de a mil personas, porque tenemos un treinta por ciento de pobreza en el país. Si una empresa dice en su Reporte de Sustentabilidad que llega a 500 personas en todo el país, la pregunta es: “pero si tienen diez mil o quince mil empleados ¿cómo solo llegan a 500 personas?”. La respuesta puede ser: “bueno, es lo que pudimos”; pero no estamos siendo efectivos. Una ONG que solo acompaña a diez personas, a veinte, a treinta, y que para eso hay 10 o 20 voluntarios, tiene que replantearse su misión, porque necesitamos asumir que el impacto sólo se da cuando logramos escala. Sin perder la humanidad, la sensibilidad, la cercanía, pero sin escala, nos lleva puesta la pobreza, nos lleva puesto el narco, nos lleva puesto el crimen organizado, la perdemos de acá a la China. Podemos hacer algunas marcas de ropa sustentable pero hasta que no podamos voltear talleres clandestinos, vamos a estar perdiendo la jugada, que es que nadie más trabaje en un taller clandestino.

Lo último que me gustaría compartirles es que tenemos que asumir que muchas veces estamos en amores de verano. Muchas veces nos enamoramos de un concepto, de una idea, de un proyecto, de un programa, de una estrategia y dura lo que dura un amor de verano. Dura lo que dura ese encandilamiento de decir: este líder social, este líder empresarial, esta estrategia empresarial es la mejor del mundo hasta que aparezca otra que es más marquetinera, como se dice: “que garpa más”.

Tenemos que animarnos a irnos a vivir juntos. Irnos a vivir juntos quiere decir: soportar todos los días a la persona, a la organización. Empezar a conocer sus miserias, empezar a conocer sus malos humores, sus buenos humores, empezar a conocer a su familia, sus mañas. Como Estado, como sociedad civil y como empresa tenemos que vivir juntos y tenemos que asumir que cada uno tiene una riqueza y una debilidad y eso lo tenemos que sostener en el tiempo, porque solo así nos desafiamos unos a los otros y no nos quedamos en la idea que en algún momento la cosa pasa de ser tan linda, tan interesante y tan romántica.