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Reflexiones Cátedras

El dilema del prisionero y los ejemplos de cooperación

Saúl Néstor Keifman, Director de la Maestría en Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires, es uno de los expertos que participó en la creación del Plan Fénix. Expuso en la Cátedra Abierta y esta es su ponencia:

La realización de este evento y la existencia de este Foro tienen que ver con la recuperación de la dimensión moral o ética en la Economía. También se apunta a los desarrollos recientes en la Economía del Comportamiento que retoman una tradición que había sido dejada de lado por la corriente principal.

Esta dimensión es parte de una tradición muy vieja que viene desde Adam Smith, quien aparte de economista era filósofo moral. No había una separación entre una cosa y la otra. Tenía una visión de la conducta humana mucho más rica que la que se conoce como homo economicus.

La teoría ortodoxa económica se basa en modelos donde se utilizan supuestos simplificadores tales como que los individuos actúan de manera egoísta irracional o racional. Pero por otro lado, la investigación empírica y también teórica de las últimas décadas ha mostrado que eso no describe el conjunto de la conducta humana. Más aún, asegura que el lado ortodoxo lleva a predicciones que son bastante incorrectas respecto a la falta de cooperación en la Economía. Un clásico de la teoría económica, especialmente de la teoría de los juegos, es el “dilema del prisionero”: Ante una sociedad poblada de individuos egoístas e irracionales -debido a que es muy difícil que estos individuos cooperen- terminan finalmente en peor situación.

En este sentido, se pueden encontrar muchos ejemplos en Economía donde la cooperación implica ganancias que si se distribuyen entre los participantes, todos van a poder estar mejor. Y esto es muy significativo desde el punto de vista económico, porque hablamos de ganancias en términos de eficiencia, aumentar el tamaño de la torta, de lo que se reparte entre quienes participan en la generación de la riqueza.

Uno de los problemas que surgen es cómo se logra la cooperación y qué ejemplos de cooperación se podrán encontrar. Esto ha sido tema de investigación activa en los últimos 25 años en Economía en muchos ámbitos. Pero es interesante señalar en este Foro, donde hay muchos empresarios, la cooperación entre los trabajadores y los dueños de la empresa.

Hay una teoría importante del mercado de trabajo que tiene mucha relevancia empírica, según la cual el esfuerzo que el trabajador pone en la tarea depende de la remuneración que percibe, o más en términos generales, de las condiciones de trabajo en la cual está involucrado.

Si el trabajador percibe buena voluntad de parte de la empresa, pone más esfuerzos, aumenta la productividad y por supuesto, viceversa. Si el trabajador pone buena voluntad, entonces un salario más alto va como una recompensa. Es un hecho que sucede en muchas empresas de gran productividad y salarios más altos, y también en otras que tienen baja productividad y salarios más bajos. En las primeras buscan lograr la cooperación de todas las partes de la organización. Un tema de investigación fundamental es bajo qué condiciones y qué marcos institucionales es más fácil lograr la cooperación entre las distintas partes.

La reciprocidad parece depender de la distancia social que hay entre las partes involucradas y esto tiene que ver con un tema que es el de la identidad. Con distancia social me refiero a cuál es el grado de identidad que hay entre las distintas partes. En ese sentido, la fractura social que se está dando en la sociedad argentina plantea problemas muy serios en términos de que tan fácil es lograr la cooperación. La cooperación también es más viable en marcos de interacción repetida de los agentes y donde la interacción es más de tipo personal. Esto tiene mucha importancia desde el punto de vista económico y de diseño institucional.

En mercados competitivos que se acercan más al paradigma de la poca interacción personal y poca repetición, es más difícil que se logre la cooperación entre las partes. En mercados o en ámbitos donde hay más interacción repetida y más personalizada es mucho más fácil que se logre la cooperación. La empresa es un buen ejemplo; es más fácil lograr la cooperación en la medida que la relación de trabajo se percibe como una relación de mayor duración en el tiempo. Esto plantea un tema interesante a partir de que hay todo un debate sobre la cuestión de la flexibilización del mercado de trabajo.

Si la flexibilización lleva a una mayor facilidad para terminar la relación o el contrato entre el trabajador y el empleador, eso va a llevar también a una mayor rotación del personal, una menor repetición entre la interacciones entre las partes y puede llevar al resultado contrario del que se está buscando, o sea una menor cooperación y una menor eficiencia.

De hecho, las empresas que logran la cooperación con mayor facilidad son aquellas donde la relación laboral se percibe como una relación mucho más estable, donde el trabajador siente que va a hacer una carrera de por vida.

La experiencia que se comentó en la Cátedra Abierta sobre la empresa TenarisSiderca, sobre el enorme esfuerzo que hizo para apoyar a la comunidad, es muy importante. Pero hay un marco que va mas allá de la organización y de la comunidad local que condiciona y limita mucho ese tipo de comportamientos. Las empresas sufren en estos tiempos de apertura económica, de globalización, de presiones competitivas muy fuertes, que pueden llevarlas a tomar decisiones que van en contra de las convicciones morales de quienes dirigen la empresa, y de los propios trabajadores que terminan aceptándolas porque no ven otra solución.

Si bien las experiencias que se comentan en la Cátedra Abierta son muy importantes y la contribución que hacen, sobre todo las organizaciones de mayor tamaño, son invalorables, hay un límite en lo que se puede hacer desde la empresa. O sea hay un límite hasta donde se puede llegar desde una acción descentralizada de individuos que están moralmente motivados y que solamente puede llevarse efectivamente, exitosamente a la práctica si se hace en un plano más general, más social, colectivo, a partir de los espacios públicos que tienen que ver con la comunidad en un sentido más amplio y también, desde el Gobierno y desde el Estado, en cooperación con éstos.

La legislación laboral es un ejemplo de esto. Se puede decir que la caridad bien entendida empieza por casa, pero vemos que a muchas empresas, por las presiones competitivas, les resulta difícil cumplir con la legislación laboral de jornada de trabajo o con el pago de horas extras, lo cual lleva a que los trabajadores tengan que extender sus tareas a largas jornadas, de 10 o de 12 horas, por salarios que son extremadamente bajos.

Esto que se argumenta por la presión competitiva del medio termina siendo ineficiente a la larga por los problemas que se hablaban antes, es contraproducente para la productividad y la salud de los propios trabajadores. Se trata de un tema que se ha estudiado bastante y un premio Nóbel de Economía como Robert Fogel analizó cómo las condiciones de alimentación y de salud de los trabajadores finalmente repercuten negativamente en su productividad, si es que son de mala calidad.

Pero esto una empresa no lo puede resolver individualmente, sino tiene que apuntar a un nivel más colectivo, a través del efectivo cumplimiento de normas de trabajo, de legislación, de derechos, de regulaciones. Justamente, uno de los desafíos que tenemos en la Argentina de hoy es ver cómo remontar la injusticia social que se está viviendo en el país, con salarios reales que son extremadamente bajos, con niveles de desempleo que siguen siendo muy altos, con niveles de pobreza de casi la mitad de la población.

Los salarios reales para sectores muy amplios de trabajadores en este momento no cubren la línea de pobreza para una familia tipo, y esto significa que no pueden alimentarse adecuadamente. Es una situación condenable desde el punto de vista moral, pero además ineficiente a la larga para las propias empresas y la economía, porque se destruye el recurso más valioso que es el trabajador.

En algunos modelos simplificados de la teoría ortodoxa se trata al trabajo como si fuese una mercancía. Algunos señalaron que efectivamente en una economía de mercado el trabajador se convierte en eso, pero lo definen como una mercancía ficticia. El problema es que si su salario y las condiciones en que puede trabajar quedan librados a las leyes del mercado, se termina con el ser humano que es el soporte de “el trabajador”. La única manera de remontar esto es a través de la buena voluntad y muchas empresas grandes tienen el poder para hacerlo, pero a las pymes les resulta muy difícil lograr ese objetivo si no hay un marco macro social, macro político, donde se garantice que haya límites hacia la competencia, que a veces puede ser destructiva entre las propias empresas y los propios trabajadores.

Esto ya había sido señalado por Frank Knight, economista de la Escuela de Chicago, que no fue muy seguido por varios de los premios Nobel que después tuvo la Universidad de Chicago. Knight señalaba que había que tener cuidado con la competencia del mercado, porque si todo queda librado a ésta ¿qué tipos de valores éticos estaríamos fomentando? Valores que se basan en el egoísmo, y cuando éstos predominan lo que ocurre es que falta la cooperación. Es más fácil caer en el dilema del prisionero que habíamos señalado antes, y se termina siendo paradójicamente ineficiente además de ser inmoral.

Este es un punto que quería plantear para reflexionar, poco señalado pero que me parece interesante, por lo menos para empezar a discutir este tipo de cuestiones. Entonces valoro muchísimo lo que se está planteando en este Foro, me parece ejemplar lo que hacen estas empresas, pero no nos olvidemos de que hay un marco macro que tenemos que ver cómo modificar para que estos esfuerzos individuales tengan un éxito que va más allá de la empresa y de la comunidad local.

CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA